Construyamos en México un gran agrupamiento de mujeres en lucha por conquistar nuestros derechos

Construyamos un gran agrupamiento de mujeres que luche por conquistar nuestros derechos y recuperar las lecciones y mejores tradiciones de lucha de las mujeres obreras, socialistas y revolucionarias del siglo XVIII y XIX. Sentemos las bases de un feminismo obrero, socialista y revolucionario, que también retome las experiencias de lucha de las Mujeres en México y América Latina.

sábado, julio 16

Declaración de Pan y Rosas ante en Encuentro de Mujeres de Izquierda ante la Emergencia Nacional

Los últimos años nuestro país ha sido golpeado por la mayor crisis económica de las últimas décadas, misma que el gobierno descarga sobre millones de trabajadores y sus familias, con medidas como la privatización de los servicios y el campo, el cierre de empresas, el recorte de salarios, el aumento de precios, la inflación y la falta de seguridad social. Esto trajo a su paso el ataque a los derechos de los trabajadores, el encarecimiento de la vida y en especial la de las mujeres pobres y trabajadoras, siendo ellas las primeras en ser despedidas, además de percibir salarios menores por el mismo trabajo. La juventud en su mayoría mujeres no tiene acceso a la educación ni al empleo, y cuando lo consiguen es en la precarización absoluta, careciendo de servicios básicos como guarderías, comedores, transporte seguro, seguridad social, etc.
Al mismo tiempo que el gobierno pretende su nueva reforma laboral, avalada por el Consejo Coordinador Empresarial y la cúpula del sindicalismo burocrático de la Confederación de Trabajadores de México, dejando intactos sus privilegios. De aplicarse esta política sería un grave retroceso a los derechos de los trabajadores, pues legalizaría prácticas de subcontratación (outsourcing), despidos, contratación a prueba y por capacitación, limita el pago de salarios caídos a un año en un proceso laboral, restringe el ejercicio del derecho a contratación colectiva, la libertad sindical, entre otras medidas. Donde las mujeres y la juventud son los más atacados.
La “guerra contra el narco” y los derechos de las mujeres
La política de “guerra" contra el narcotráfico” de Felipe Calderón ha profundizado la ingerencia del gobierno de Estados Unidos en la seguridad nacional, expresado en el Plan Mérida y la “cooperación” bilateral en materia militar. Se ha destinado un millonario presupuesto a la militarización y los soldados en las calles aumentan, siendo ya casi 500 mil efectivos. Las consecuencias de esto son 50 mil asesinatos a lo que va del sexenio, hay registro de 22 mil desapariciones forzadas, más 12 mil huérfanos y miles de desplazados. Además las fosas clandestinas, los asesinatos y secuestros de migrantes, el juvenicidio, un alarmante incremento del feminicidio en todo el país son parte de esta dramática realidad. Al mismo tiempo que vivimos una “democracia” al servicio de la clase dominante, pues en miles de casos ante estos hechos prevalece la indolencia e impunidad.
La militarización lejos de generar mejores condiciones para la población, busca atemorizar a los trabajadores y el pueblo, atentar las libertades democráticas y contener el descontento popular. Mientras el gobierno criminaliza la protesta social, son perseguidos y asesinados periodistas y luchadores sociales, como la persecución de Malú García Andrade, fundadora de Nuestras Hijas de Regreso a Casa en Cd. Juárez y los asesinatos de nuestras compañeras de lucha contra el feminicidio Marisela Escobedo y Susana Chávez.
Es necesario reorganizar la movilización para que los militares regresen a los cuarteles y paguen los crímenes cometidos contra la población. Ante la violencia y violación a los derechos humanos por parte del gobierno, es necesario que el movimiento de mujeres llame al movimiento estudiantil, campesino, obrero, popular y a las mujeres, a impulsar un Encuentro Nacional contra la Militarización sobre las bases de una política independiente, sin confiar en que mediante el dialogo con el gobierno y las instituciones del régimen se puedan resolver las causas estructurales de la violencia y la descomposición social.
Hubo 10 mil asesinatos de mujeres y niñas en 10 años, marcados por la indolencia de las autoridades en la mayoría de los casos pesa la impunidad. Este grave problema se cimienta sobre las bases estructurales de la violencia hacia la mujer y los rasgos más reaccionarios de la sociedad capitalista, donde prima la descomposición social y del régimen. Crecen los secuestros de mujeres y de niños, víctimas de las redes de trata y prostitución, donde se estima que de los 3.5 millones de niños que trabajan, entre 5 y 17 años; 31% menores de 14 años, lo hacen en condiciones de explotación sexual y trata. Un jugoso “negocio” para los proxenetas, que compran la complicidad y hasta la participación directa de funcionarios, jueces y fuerzas represivas, especialmente en las regiones más pobres del país.
Mientras estos delincuentes actúan con impunidad, se criminaliza a las mujeres que deben recurrir al aborto clandestino. Este clerical gobierno ha consolida su alianza reaccionaria entre la iglesia y el estado, que atenta contra nuestros derechos, mientras miles de adolescentes se convierten cada año en madres y el aborto clandestino sigue siendo una causa velada de muerte en México. Fuertes campañas de los grupos clericales y derechistas acompañan las reformas que criminalizan a las mujeres por aborto, bajo cargos de homicidio, con penas hasta por 35 años de cárcel. Su aprobación en 18 estados del país, impulsada por el PAN, con respaldo del PRI y en algunos casos del PRD, es un retroceso de décadas en la lucha por los derechos de las mujeres.
Estos “defensores de la moral”, son en realidad los protectores de los curas pederastas y abusadores y guardan silencio ante el feminicidio. Además una minoría clerical impulsa campañas homofóbicas contra la libertad sexual y la adquisición de todos los derechos para parejas del mismo sexo e intentando anularlos en el DF.
Por un plan de lucha nacional en defensa de nuestros derechos
Este Encuentro donde coincidimos mujeres trabajadoras, amas de casa, estudiantes, feministas, defensoras de derechos humanos y activistas de varios estados del país, es una oportunidad para organizarnos y luchar contra esta realidad que nos imponen los patrones, el gobierno, la oposición derechista y la Iglesia. En la perspectiva de unirnos con nuestros compañeros trabajadores y otros sectores en lucha.
Durante dos gobiernos panistas, desde la caída del PRI, no hemos visto gestos a favor de las mujeres y los trabajadores. Solo nuestra organización podrá frenar la embestida. Hemos visto a los trabajador@s salir y enfrentarse con el gobierno, la patronal y en algunos casos a sus burocracias sindicales. Con muchos límites y no siempre ganando sus luchas, vimos al magisterio, los mineros, los electricistas, los trabajadores de la salud, así como a los familiares de la guardería ABC, las madres de jóvenes asesinados, las familiares de víctimas del feminicidio. Estos ejemplos deben ser nuestra lección en las próximas luchas por los derechos de la mujer y las demandas de la mujer trabajadora.
La lucha contra el aparato estatal panista respaldado por EEUU, sólo la ganaremos si luchamos en unidad con otros sectores que recienten la miseria y la opresión. Esto sería un gran salto en la organización de la clase trabajadora y la lucha de las mujeres, que los sectores que despiertan a la vida sindical y política, tomen en sus manos, la lucha por los derechos de las mujeres trabajadoras, incluidas quienes comienzan a organizarse, desde sus lugares de trabajo y centros de estudio.
La mejor respuesta que podemos dar hoy a los valientes testimonios de las víctimas de la “guerra”, en el marco de la propuesta a la formación de un Pacto Nacional de las Mujeres ante la Emergencia Nacional, es hacer un llamado de unidad a las familias de las víctimas de feminicidio, a las madres y las viudas de los asesinados por el ejército y el narco en el país, a las defensoras, a las perseguidas, a las activistas, a las estudiantes y mujeres pobres de todo el país, incluidos los sectores en lucha. Para luchar contra la militarización, por alto a la impunidad, el cese del feminicidio y el fin a los asesinatos en todo el país.
En este Encuentro Nacional de Mujeres, hacemos un llamado a todas las organizaciones políticas y sociales, de trabajadores, de estudiantes, y a todas aquellas mujeres que compartan esta perspectiva a unir nuestras fuerzas para pelear por UN GRAN MOVIMIENTO DE LUCHA CONTRA LA MILITARIZACIÓN, POR EL DERECHO AL ABORTO, POR ALTO AL FEMINICIDIO Y POR LOS DERECHOS DE LAS MUJERES TRABAJADORAS.
¡Basta de violencia contra la mujer!
¡Separación real y absoluta de la iglesia y del estado! ¡Ni una muerta más por aborto clandestino!
¡Ni una asesinada más! ¡Destitución, juicio y castigo a los jueces y autoridades implicados en negligencias en casos de feminicidios!
¡Por una comisión independiente integrada con mujeres destacadas en la lucha contra los feminicidios y los derechos humanos y con familiares de las víctimas!
¡Apertura y reapertura de todos los expedientes donde hay implicados asesinos de mujeres!

Acerca del empoderamiento femenino
La pertenencia a una clase social condiciona los antagonismos de clase entre las mujeres y las diferentes formas en que éstas viven la opresión.
Todo el siglo XX vimos mujeres presidentas, primeras ministras, miembros de gabinetes de gobierno, soldadas y oficiales, científicas, artistas y deportistas, empresarias y profesionistas exitosas. También fue el siglo de la píldora anticonceptiva, la minifalda y los pantalones vaqueros, la moda unisex y los electrodomésticos. Pero no olvidemos que también fue el siglo de los 50 millones de mujeres que mueren al año por aborto clandestino, de millares de mujeres violadas y asesinadas por políticas de “limpieza étnica”, de millones de mujeres desempleadas y viviendo en niveles por debajo de los índices de pobreza. En el llamado “Tercer Mundo”, mueren unas 600 mil mujeres jóvenes por año, durante el embarazo y el parto. Por cada una de ellas, hay 30 que sufren infecciones, lesiones e incapacidades por las mismas causas. Por lo menos, 18 millones de mujeres jóvenes al año sufren daños durante el embarazo y el parto.
Entonces, cuando Hillary Clinton se sienta en el poderoso senado norteamericano o cuando una mujer de 30 años, en “igualdad” con los varones, puede “ejercer su derecho” a ser oficial de las fuerzas conjuntas de la OTAN que bombardean los países semicoloniales, o morir, a la misma edad, en una aldea africana a causa del SIDA es paradójico e incluso cínico hablar del avance y progreso de la mujer. ¿No deberíamos hablar de distintas mujeres? ¿Son acaso iguales las vidas de las mujeres empresarias, las obreras, las mujeres de los países imperialistas y las de las semicolonias, las de las mujeres blancas y las mujeres negras, las inmigrantes o las refugiadas?
Por ello contra la celebración del empoderamiento femenino en abstracto, sin considerar el carácter de clase de la política que se defiende, debemos luchar por el empoderamiento de la clase trabajadora, como el de las mujeres oaxaqueñas en el 2006, las jóvenes españolas o griegas luchando contra la crisis o las estudiantes chilenas defendiendo la educación, etc. Donde las mujeres peleemos por nuestras demandas, camino que se alcanza luchando contra todas y todos los explotadores, políticos y funcionarios que los sostienen.

Ni una asesinada más en el Estado de México
El Estado de México es de los estados más golpeados por la crisis, desempleo, falta de derechos laborales, contratos de protección patronal y sin derechos sindicales, miles de empresas bajo gansteriles sindicatos blancos, todo bajo el amparo del gobierno priísta y el PAN. Jóvenes y mujers tienen los trabajos más precarios y sin derecho a la educación. Es el estado número uno en violencia a la mujer y el enorme feminicidio. Esta es la realidad del gobierno de Enrique Peña Nieto, que destina millones de pesos en cuidar su imagen política hacia 2012. El feminicidio en el estado se incrementó hasta superar las cifras de Ciudad Juárez. Y las autoridades en vez de resolver los casos, prefieren negarlos o diluirlos en las notas rojas que ocupan las primeras planas a diario o los atribuyen a la violencia intrafamiliar o responsabilizando a las víctimas por su muerte.